jueves, 11 de abril de 2019

El Pixel Maldito

PRÓLOGO
Las olas del azulado mar rompían en la orilla generando una tranquilidad en el ambiente ajena a lo que estaba ocurriendo en algún lugar de ese mundo. Un coro entonaba una canción que parecía resonar en cada rincón del planeta. La intensidad de la música aumentaba mientras un misterioso mensaje se reflejaba más allá del mar, más allá del cielo. Pareciera que esas voces hubiesen levantado un viento capaz de revolucionar las flores que descansaban en un colorido campo, mientras una misteriosa mujer de ropajes azules observaba.
Cualquiera diría que esos coros atronaron los cielos, del que no sólo cayeron rayos, también una espada; un sable pistola, para ser exactos. La imagen de un ser todopoderoso se reflejaba en el oscuro cielo mientras uno de los dos hombres que se encontraban en escena empuñaba el sable clavado en el suelo. Sus duras miradas se cruzaron antes de que uno de ellos, de ropa oscura, se abalanzara contra el rubio de gabardina gris.
Antes de que el combate se iniciase, imágenes del futuro se cruzaban de forma confusa. Plumas blancas y una melena negra dieron paso al sonido metálico de los sables entrechocando y rasgando el aire. Una cicatriz del futuro se deja ver mientras ambos contendientes siguen combatiendo con un odio y una furia ardiente. Pero no era lo único ardiente en el duelo, también lo era su poder, pues uno de ellos fue capaz de usar un hechizo de fuego que tiró al suelo al otro. Era el rubio, que ahora tenía la ventaja del combate.
Alzó la espada peligrosamente con una maligna sonrisa mientras su contrincante intentaba levantarse sin éxito, recibiendo en su rostro el frío filo de aquel sable. Ahora también ardía la cara de aquel muchacho, cubierta de sangre.
Pero la cosa no quedaría ahí. El muchacho, con la sangre todavía resbalando por su rostro, alza la espada hacia su enemigo, los coros aumentan la intensidad del momento, las plumas negras lo cubren todo, imágenes del futuro empiezan a desfilar con rapidez y, finalmente, podemos ver a aquella muchacha de azul a punto de fundirse en un abrazo con el guerrero vestido de negro. Fundido en negro y silencio, un silencio eterno.

MUNDO REAL
-¿Qué ha pasado? –preguntó exasperado un muchacho frente a su PlayStation.
-Sé paciente, acaba de terminar la intro. –Su amigo intentaba tranquilizarle para evitar que diese más golpecitos a la consola.
-No me lo puedo creer, mi Final Fantasy VIII. –Entre sollozos y con voz temblorosa abría la tapa de la Play y sacaba el disco para observar que estuviese en perfecto estado.
-Es normal, tiene veinte años, a lo mejor se te ha rallado. ¿No han sacado una remasterización para PS4? -Su amigo le fulminó con la mirada mientras sostenía el primer CD del juego de Square Enix con sumo cuidado.
-¿Quién te crees que soy? Cuido mis juegos con mimo. Esto no es normal.
Volvieron a meter el CD en la consola y a volver a ver la intro. No la saltaron, en parte porque no se cansaban de verla, en parte también por el miedo a encontrarse de nuevo la temilla oscuridad en la pantalla, de hecho así ocurrió.
El dueño del juego dio tal puñetazo contra la pared que su madre tuvo que llamarle la atención desde la habitación contigua.
-Tranquilo, tío. Si no hay remasterización seguro que lo sacan. O mejor, un remake. –No sabía cómo animar a su disgustado amigo.
-¿Un remake? ¡¿Un remake?! Yo no quiero un remake, yo quiero mi Final Fantasy VIII. Imagínate que lo dirige Tetsuya Nomura, ¡pueden pasar años! Cuando salga tendré una esposa, hijos ¡y un trabajo! Apenas tendré tiempo para ver la intro.
-¿Y si lo compras por eBay o alguna tienda de segunda mano similar?
-Si pudiese encontrar a alguien que venda sólo el CD1... Es improbable, pero así no me tendría que deshacerme de mi juego al completo. Porque supongo que el resto de CDs funcionen. Voy a cargar una de mis partidas antiguas.
El terror volvió a golpear el corazón del muchacho cuando la negrura más horrible que habían contemplado sus ojos se posó sobre el televisor tras poner el CD4.
-No, no, no, no. Esto no está pasando. –El muchacho puso una de sus manos sobre su cara mientras con la otra intentaba alejar esa oscuridad-. ¡¡¡¡MI FINAL FANTASY VIII!!!!
Tras la regañina de su madre por los gritos que estaba dando, su amigo y él cogieron el ordenador y buscaron un Final Fantasy VIII en una página de segunda mano que no fuese demasiado caro. Tuvieron suerte de encontrar una puja comenzada hacía escasos minutos con un precio inicial muy bajo. Pestañeó y ya había pegado un subidón considerable. Volvió a pestañear y el precio se disparó. Un gran número de gente se agolpaba virtualmente para pujar.
Comenzaron a buscar otros a la venta, pero enseguida se agotaban o las pujas subían de la forma más absurda.
-¿Qué está pasando? ¿Por qué todo el mundo está tan interesado en el juego de forma repentina? –Se preguntaba mientras, con la boca abierta, no dejaba de mirar la pantalla.
-Mira a ver las noticias –recomendó su compañero-, tal vez se ha revalorizado por algún motivo. Tal vez han encontrado un secreto. A lo mejor se ha descubierto la forma de resucitar a Rinoa y que luche contigo en el cuarto CD. –Su amigo volvió a fulminarle con la mirada.
-Esa es Aerith en Final Fantasy VII, vaya cacao tienes.
-Mira, mira. –Su amigo no hizo demasiado caso a la corrección-. Final Fantasy VIII ha dejado de funcionar por completo. En todo el mundo.
-¡¿Qué?! ¿Cómo que ha dejado de funcionar? No tiene sentido.
-Mira lo que pone en esa página:
Square Enix reconoció hace unos meses que perdió el código fuente de Final Fantasy VIII, por lo que resultaba imposible trabajar en una remasterización. Ahora, la cosa se ha complicado de manera inesperada cuando varios jugadores descubrieron que sólo podían ver la introducción cinematográfica del título de Square Enix. Poco tardó en montarse un revuelo en Internet al descubrir que todos los Final Fantasy VIII habían dejado de funcionar.
Desde la compañía intentan encontrar una explicación a este suceso nunca antes visto. Algunos creen que tiene algo que ver con la pérdida del código fuente, pero otros piensan que no hay relación entre ambos sucesos.
Mientras se intenta encontrar respuestas y se trata de resolver el problema, piden que los jugadores mantengan la calma y que ni vendan ni tiren sus Final Fantasy VIII. ¿Pasará esto con otros títulos de la compañía como Kingdom Hearts o será un caso aislado? ¿Acaso pueden desaparecer para siempre nuestros videojuegos favoritos? Ni Harry Mason pasó tanto miedo como nosotros, los jugadores, en este instante.
-Es imposible. –El muchacho parecía haber visto frente a él al mismísimo Némesis de Resident Evil 3.
-Tranquilo, al menos no es cosa tuya.
-Es peor. Es algo que nunca había pasado. Podría pasar con otros juegos, como pone en el artículo. Si los videojuegos desaparecen mi vida dejará de tener sentido. –El joven comenzó a temblar mientras agarraba con fuerza la caja de su Final Fantasy VIII
-Bah, venga, tío, que no es para tanto. A mí también me gustan los videojuegos, pero hay más cosas en la vida. ¿Qué me dices de Tiffany? Si hasta tiene el nombre de una de las heroínas de Final Fantasy IX.
-¡Es del VII, imbécil! Y sería peor, me recordaría todo el rato a Final Fantasy y a la tragedia.
-Qué melodramático. Seguro que no hubieras sufrido tanto si, en vez de videojuegos, hubiesen comenzado a desaparecer personas, al estilo de Los Vengadores tras el chasquido de Thanos.
-Si te evaporabas tú a lo mejor me hacías hasta un favor.
-Eh, no te pases. No la pagues conmigo.

Instalaciones subterráneas SONINSOFT
Varios hombres trajeados se sentaban alrededor de una enorme mesa en una amplia sala bien iluminada. Todos mantenían un semblante serio y una postura rígida. Se podía sentir la inquietud en el ambiente, incluso se olía el miedo de todos y cada uno de los allí presentes. Tras varios minutos en silencio, el último hombre que faltaba por llegar se sentó en el único sillón vacío.
-Señor Hajime Satomi, siempre llega tarde, igual que su compañía –El hombre que recriminó su tardanza se encontraba respingado en su asiento jugueteando con su teléfono móvil. Parecía, con diferencia, el más tranquilo de todo.
-Disculpe, señor Hirai. –Se sentó avergonzado, sin mirar al resto.
-No seas duro, Kazuo. La situación es crítica, no es momento de recriminarnos nada. –Le pidió uno de los americanos de la sala
-Es crítica para ustedes, señor Spencer, yo en breve dejo mi puesto de director. Si la cosa se complica, no es mi problema –Kazuo Hirai no abandonaba su sonrisa burlona.
-Dejemos estas disputas, por favor –pidió uno de los asistentes-. Tenemos que atajar este extraño problema.
-Señor Furukawa, no está en condiciones de hacerme callar. Ni usted ni, mucho menos, el señor Spencer, por supuesto. ¿Le recuerdo quién ganó las últimas guerras? –El presidente de Sony Entertainment desafiaba a sus interlocutores sin abandonar su sonrisa.
-¿Y yo le tengo que recordar quién ganó la última guerra, iniciada hace ya más de diez años? –Phil Spencer se levantó airado de su sitio.
-No usted, desde luego. Ni tampoco él. El presidente que lideró dicha contienda no está entre nosotros, desgraciadamente. –Todos hicieron un gesto con las manos mientras inclinaban la cabeza, incluido Kazuo Hirai.
-Bien, después de este desperdicio de minutos, creo que va siendo hora de exponer el problema y la posible solución. –Había tomado la palabra Yosuke Matsuda, el presidente de Square Enix-. He traído conmigo a Yoshinori Kitase, director de Final Fantasy VIII, y a algunos de los programadores que trabajaron en él. Han estado analizando el fallo y creen que tienen una respuesta.
-En efecto, gracias señor Matsuda. –Kitase se levantó e inclinó la cabeza ante el resto-. La pérdida del código fuente no fue un simple despiste. Nos ha pasado más veces y, os aseguro, no se debe a una mala gestión de nuestros datos.
-¿Insinúa que hay alguien detrás de esto? –preguntó Phil Spencer.
-Lo afirmo. Alguien que lleva tiempo operando desde los tiempos de Squaresoft, cuando nuestra compañía cambió de bando en plena contienda y pasó a formar parte de las filas de Sony –Hirai sonrió más malévolamente que nunca.
-Con el debido respeto, señor, no voy a consentir que la sombra de la duda sobrevuele mi compañía o sus antiguos presidentes. –Se había levantado Shuntaro Furukawa, presidente de Nintendo.
-Yo no he afirmado nada, señor Furukawa, señalo una realidad. Desconozco si enviasteis un espía a sabotear los datos de Final Fantasy tras abandonar Nintendo, pero, desde luego, coincidió en el momento. De hecho, hubo un intento de reciclar el trabajo realizado con Final Fantasy VII para Super Famicom, pero los datos desaparecieron misteriosamente. Dicho robo nunca trascendió en la prensa, pues no hubo que dar explicaciones al no ser un juego editado, como Final Fantasy VIII. Acordamos guardar silencio para no proyectar una imagen de inestabilidad que, ahora, sin duda tenemos.
-Si tardaseis menos de 10 años en sacar cada uno de vuestros buques insignia tal vez tendríais mejor consideración. –Hirai esta vez no sonreía tanto.
-Sabemos de sobra su descontento porque el remake de Final Fantasy VII nunca llegase a PS3 de forma exclusiva, señor, no hace falta que nos lo recuerde en cada reunión.
-¡Ese remake era nuestro!
-No sea hipócrita. Usted no se mostró interesado. Estaba embriagado por la potencia de PlayStation 3, sólo quería mostrar al mundo su evolución y no quiso arriesgar más que con una simple demo técnica del juego. Eso acordamos. Fue la presión de la gente lo que nos empujó a hacer ese dichoso remake que nadie en la compañía quería hacer y que llegará a más plataformas, si la cosa no se tuerce.
-Sí, ahora tienen un auténtico problema. Pueden dar gracias de que Tetsuya Nomura sacara Kingdom Hearts III, saga que también debería seguir siendo exclusiva de PlayStation, si me permite la apreciación.
-Deje ya su elitismo, señor Hirai –espetó Spencer-, estamos juntos en esto.
-Y en otras muchas cosas, ¿verdad, señor Spencer?- dijo mirando de reojo al presidente de Nintendo.
-No hay nada de malo en una unión estratégica. –Phil Spencer se sentó, intentando mantener con ello la compostura.
-Claro, cuando uno está harto de perder cada guerra es normal que se alié al que algún día fue vencedor. Es de débiles, pero también de inteligentes, supongo. No se puede negar que usted ha tomado buenas decisiones para su compañía, señor Spencer. Me pregunto si esta será una de ellas.
-¡Basta! –Una voz conocida por todos resonó en la sala. No provenía de alguien que se encontrará sentado entre los allí presentes.
Una figura salió de las sombras para dejarse ver. Un anciano con aspecto joven, pelo oscuro y una camiseta con un famoso fontanero mirando fijamente a todos los asistentes.
-Señor Miyamoto, no sabíamos que estaba aquí. –Furukawa inclinó el cuerpo 90 grados.
-Levántese, señor Furukawa. Estoy aquí porque no pienso permitir que mis creaciones desaparezcan de este mundo.
-Es comprensible, señor. Las perdidas serían millonarias y… -Furukawa fue interrumpido.
-¡No! No me preocupa el dinero. A la porra el dinero y la empresa.
-Se…señor, ¿cómo puede decir una cosa así? Nintendo es una empresa fundada en el siglo XIX con una gran… -La vehemencia de Shigeru Miyamoto interrumpió de nuevo al joven Furukawa.
-¿Me va a explicar un novato qué es o qué fue Nintendo? No es lo que me preocupa cuando pienso en que mi legado puede desaparecer. Pienso en mis juegos, en mis personajes, en mis ideas, mis vivencias y la de los jugadores. Pienso en mi vida y en las suyas. Al igual que nadie permitió que la luna destruyera Termina, yo impediré que mis juegos se fundan en negro, pues es como si lo hiciera mi corazón.
Un silencio pesado se posó en la sala. Nadie se atrevía a hablar tras las grandilocuentes palabras de Miyamoto. Mientras todos pensaban en dinero, ingresos, beneficios, pérdidas y caídas en bolsa, él pensaba en lo que había más allá de los píxeles de sus juegos.
-Quiero oír lo que tenía que decir, señor Kitase.
-Bien, señor Miyamoto. –También Kitase se inclinó 90 grados mirando hacia el creador de algunas de las joyas de Nintendo-. Como iba diciendo, todo se debe a un robo. Pero hay más. Sospechamos que el mismo o mismos que realizaron el robo están tras este borrado de datos.
-Pero, ¿Cómo es posible algo así? –preguntó visiblemente preocupado Phil Spencer.
-Se trata de tecnología superior desarrollada por los mejores arquitectos. No sabemos para quién trabajaban, pero nos pusimos en contacto con Mark Cerny para entender mejor cómo consiguieron tal cosa. Consiguieron entrar al código fuente de cada juego, tras robarlo, e introducir un virus imperceptible desde fuera. Se trata de un único pixel defectuoso, por así decirlo, que va devorando el programa sin que se manifieste de ninguna forma en el juego. Hasta, claro, que el proceso es completado, borrándose el juego por completo. Lo peor es que no elimina los datos de una unidad, sino que afecta al código fuente, borrando la base que sustenta y conecta cada unidad de formas que jamás imaginamos.
-Algo así es imposible. No tiene sentido, de hecho. –Phil Spencer se resignaba a creer tal disparate.
-Crea lo que quiera, señor Spencer, pero es una realidad. Y lo peor es que Final Fantasy VIII sólo ha sido el comienzo. Ha habido más robos que no habíamos detectado. Mark Cerny y yo investigamos sobre el asunto y nos pusimos en contacto con diferentes desarrolladores. Hay 10 juegos más infectados, 10 juegos de diferentes compañías.
Todos se quedaron helados en la sala tras escuchar esas palabras. Todos menos Hirai, que estalló en una carcajada.
-¡Estáis bien jodidos! Ja,ja,ja,ja,ja,ja.
-¿Qué juegos son esos? Preguntó Miyamoto mirando al suelo con los puños cerrados y con todo el cuerpo temblando.
-Son juegos clave en la industria, señor. Por suerte, el Pong no se encuentra entre ellos, pues siendo uno de los ejes de toda la industria hubiese supuesto un golpe fatal y definitivo. Algunos de ellos son The Legend of Zelda Ocarina of Time, GTA III, Metal Gear Solid o… Super Mario Bros.
Miyamoto dio un golpe con las manos en la mesa sin levantar la cabeza y comenzó a sollozar.
-Cada día comenzarán a borrar uno. No sabemos sus intenciones, pero no dejarán ni rastro.
-¿Hay algún juego de Xbox? –preguntó Phil Spencer.
-Mírale, al señor sólo le preocupa la consola de su compañía –Le recriminó Kazui.
-Eso da igual, señor. Mark Cerny os lo podría explicar mejor que yo, pero está trabajando para resolver esto. Si estos diez juegos son borrados, esto repercutirá en cada uno de los juegos que existen en el mundo, que acabarán siendo borrados también, pues son el eje de la industria.
El silencio era más pesado que nunca en la última hora.
-Sólo algunos juegos modernos no se verían afectados, tales como Fornite o Minecraft, pues son propuestas nuevas alejadas de los juegos afectados. –Gabe Newell, presente también en la sala, comenzó a vomitar fruto de los nervios.
-Espera, ¿qué quería decir con que el virus es imperceptible desde fuera? –preguntó Miyamoto esperanzado, al tiempo que alzaba la cabeza.
-Que ningún fallo denota que existe un virus, ni se puede localizar de ninguna forma a no ser que estés dentro del juego, como un personaje más. Por eso, y agarraos bien, estamos desarrollando una tecnología para introducir a una persona en los videojuegos que encuentre el pixel infectado y lo destruya desde dentro, como si fuese un personaje más del juego.
Esta vez no fue el silencio, sino un gran alboroto el que se abrió paso en la sala.